¿Es tan solo una coincidencia que el nombre de aquel símbolo de esclavitud que los esclavos arrastraban en sus tobillos por los campos de arroz coincida con el ya prestigioso y aclamado teléfono móvil Black Berry con múltiples posibilidades para satisfacer y apaciguar tu mente sin apenas darte cuenta?
América. Mil seiscientos y pico. Miles de esclavos trabajan de sol a sombra mientras que arrastran con el aliento restante una pequeña (pero) pesada bola de hierro semejante a un fruto llamado mora negra. ¿Qué nombre podríamos darle a ese objeto de esclavitud? Mora negra. Claro está. Simple. Sencillo. Directo. Eufemismo puro y duro. Ese fue pues el nombre que le adjudicaron los amos a dicho objeto.
Trescientos años después, una revolución comunicativa sale al mercado: La BlackBerry. Es decir, la mora negra. Sería demasiado impactante para nuestra sociedad felizmente engañada que hoy en día se les amarrara a los empleados una bola de hierro para que no se escapen. En cambio, se les da un BlackBerry y así quedan inalámbricamente atados con ese grillete.
La realidad nos la encubren. Nos al enmascaran. Aquellas noticias que no quieren que sepamos, no nos las cuentan. Son silencio. No existen. Sin embargo ahí están , disimuladas en un apetecible móvil o en un novedoso televisor con capacidad de imagen en 3D.
Día a día, al abrir el periódico o encender la tele nos están engañando. Nos están tomando el pelo. Es la gran broma macabra de la cual tu eres esclavo. Y yo, por supuesto. Nos impondrán todo tipo de prohibiciones y nos dirán que es por nuestro bien. Claro. Por nuestro bien nos engañan. Por nuestro bien no esclavizan.
Somos parte de un plan perfectamente planificado, un esclavo que no percibe la condición de su esclavitud, el más perfecto de los esclavos, el esclavo que jamás se alzara a su amo.